Cierra los ojos durante diez segundos. Inhala. Exhala. Tranquilamente.
Ahora solo te pedimos una cosa:
Piensa en un olor que te remueva por dentro. Tal vez el perfume de una expareja, ese que aún hoy te descoloca. O el aroma a pan recién hecho en la panadería de tu barrio, que te devuelve, sin permiso, a la infancia. Incluso puede ser el humo de los pequeños inciensos que encendía tu abuelo en casa, y que hoy ya no están.
Encuentra ese olor. No lo fuerces: si está en ti, aparecerá.
Porque los olores, aunque invisibles, tienen el poder de atravesar el tiempo, activar emociones y construir recuerdos. Esa misma fuerza emocional es la que hoy empieza a explorar el odomarketing.
El aroma es parte de la identidad de una marca. A través del olfato podemos conectar de forma muy profunda. Una marca memorable se construye desde todos los sentidos: lo que ves, lo que escuchas… y también lo que hueles.
Eso es Branding y, llevado a la acción, se convierte en odomarketing o, más comúnmente, Marketing olfativo: integrar el aroma como parte del universo sensorial de una marca. Un recurso sutil, pero tremendamente eficaz, para generar recuerdo, conexión emocional y experiencia de marca. Porque sí: una marca también puede tener un olor propio y cuando lo tiene, se vuelve aún más difícil de olvidar.
El papel del olfato en el odomarketing: empecemos por el principio

Para empezar a entender qué son los olores, cómo los percibimos y por qué tienen tanto impacto en nosotros, vamos a centrarnos en uno muy concreto y universal: el olor a tierra mojada. Es uno de esos aromas que todos reconocemos al instante, incluso sin saber exactamente de dónde viene. Sin embargo, este ejemplo nos permite entender mejor cómo olemos, por qué olemos, y qué nos ha llevado a oler como olemos, una base clave que también ayuda a comprender el valor del odomarketing.
Somos particularmente sensibles a una molécula llamada geosmina, producida por bacterias del suelo, y responsable de ese característico olor que sentimos cuando cae la lluvia sobre tierra seca. Lo interesante es que la geosmina se encuentra en el aire en cantidades increíblemente pequeñas, casi imposibles de detectar. Si se tratara de otra molécula, pasaríamos por alto su presencia por completo.
Pero nuestro sistema olfativo se ha especializado evolutivamente para captar esta señal específica. ¿La razón? El agua ha sido, desde siempre, un recurso vital para la supervivencia humana. Reconocer su presencia a través del olfato podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Por eso, con el paso de miles de años, nos volvimos hipersensibles a este olor concreto.
La geosmina es como una aguja en un pajar molecular… y aun así, nuestro cerebro la encuentra sin esfuerzo.
El sistema olfativo: el sentido que no paga peajes
Y es que el sistema olfativo es alucinante.
Pequeñas moléculas que flotan por el aire, a menudo imperceptibles, entran por nuestra nariz y son capaces de activar respuestas emocionales inmediatas. No necesitan preguntar. No hacen cola. No pagan peajes. A diferencia de otros sentidos como la vista o el oído, que primero pasan por el tálamo (una especie de centro de control del cerebro que organiza la información sensorial), los olores toman un atajo directo hacia el sistema límbico, el núcleo emocional de nuestro cerebro.
Esto significa que un olor puede tocarnos emocionalmente sin previo aviso, antes incluso de que tengamos tiempo de racionalizarlo.
La señal comienza en el epitelio olfativo, una pequeña zona en lo alto de la nariz donde hay unas neuronas (has leído bien, neuronas) que detectan los olores. Cuando una molécula llega hasta ellas, envían una señal al bulbo olfativo, que es la primera parada del recorrido. Desde ahí, la información va directamente a dos zonas del cerebro:
- La amígdala, que gestiona emociones como el miedo o el placer.
- El hipocampo, que guarda los recuerdos.
Esto explica por qué un simple olor puede emocionarte, inquietarte o devolverte de golpe a una escena olvidada de tu infancia.
El olfato no explica, no filtra, no negocia. Simplemente evoca.
Y aunque todo esto pueda parecer puramente emocional, lo que provoca un olor tiene una base biológica comprobada. No se trata solo de una impresión subjetiva: la ciencia ha demostrado que el olfato activa respuestas medibles en el cuerpo y el cerebro. No es casual que el odomarketing se apoye precisamente en esa conexión profunda. Veámoslo con datos.

La ciencia detrás de los olores
En un estudio publicado en Holistic Nursing Practice (2020), se analizó el impacto del aroma de lavanda en 66 pacientes diagnosticados con síndrome de dolor miofascial que iban a someterse, por primera vez, a inyecciones de puntos gatillo, un procedimiento habitualmente asociado a dolor y ansiedad.
Los resultados mostraron que, tras inhalar lavanda durante el procedimiento durante aproximadamente 10 a 15 minutos, los niveles de ansiedad, medidos mediante la escala STAI (State-Trait Anxiety Inventory), disminuyeron significativamente en el grupo de aromaterapia, alcanzando una media de 33 puntos frente a los 58 y 60 puntos observados en los grupos placebo y control, respectivamente.
Asimismo, se observó una reducción notable en la intensidad del dolor y un incremento significativo en la sensación de confort percibido. Todo ello se logró sin ningún tipo de intervención farmacológica, únicamente mediante la inhalación del aroma de lavanda.
En un segundo estudio publicado en Brain and Behavior (2023), se evaluó el impacto del aroma de limón en 24 jóvenes sanos sometidos a una tarea de memoria de trabajo tipo 2-Back, diseñada para medir atención y retención de información bajo carga cognitiva.
Los resultados fueron claros: tras inhalar aceite esencial de limón durante dos minutos, se registró una mejora significativa en el rendimiento de los participantes, con mayor precisión en la tarea sin afectar el tiempo de respuesta.
Además, mediante EEG se observó una activación específica de áreas cerebrales implicadas en la memoria y la atención, como la corteza prefrontal, la circunvolución cingulada anterior, la ínsula y la corteza parahipocampal. Esta activación se asoció a un incremento sostenido en las bandas de frecuencia delta, theta y alfa, relacionadas con el control atencional y los procesos de memoria.
¿Cómo podemos usar todo este poder en nuestro día a día?
- Ambientación de espacios
- Aromas para el teletrabajo
Consejo práctico: Usa difusores y aceites esenciales. Para espacios grandes, elige difusores de mayor capacidad; para habitaciones pequeñas, bastará con un compacto. Asegúrate de que haya buena ventilación para evitar que el aroma se vuelva abrumador.
Aromas para relajarte, calmarte o dormir mejor
Olor corporal: del sudor al perfume
El sudor también comunica
Antes de hablar del uso de perfumes, conviene recordar que nuestro olor natural ya transmite información, incluso sin que lo sepamos. Un estudio de la investigadora Lilianne Mujica-Parodi lo demostró de forma contundente: el olor corporal puede ser un vehículo directo de nuestras emociones más intensas. En el experimento, se recogió el sudor de personas que acababan de saltar en paracaídas y se comparó con el de las mismas personas haciendo ejercicio. Al exponer a otros voluntarios a estos olores, solo el sudor del salto activó áreas cerebrales vinculadas a las emociones (amígdala e hipotálamo). Esto revela que emitimos señales químicas que otros perciben inconscientemente. El olor, sea natural o artificial, forma parte de nuestra comunicación no verbal y puede influir en cómo nos perciben.

El uso estratégico del perfume
El perfume puede ser una herramienta poderosa de comunicación. En el trabajo, en reuniones o cuando queremos causar una buena primera impresión, el aroma que elegimos puede reforzar nuestra imagen y transmitir confianza.
No se trata de oler fuerte ni llamar la atención, sino de acompañar nuestra presencia con un toque sutil, que proyecte equilibrio y seguridad sin invadir el espacio de los demás.
Si estás buscando un perfume que funcione bien para cualquier persona, una buena idea es elegir uno que huela limpio, fresco y natural. Los perfumes con un toque de cítricos suaves (como limón o naranja), un poco de madera ligera o especias suaves, y quizás un pequeño fondo floral o frutal, suelen gustar a muchos. No son muy dulces ni pesados, y dan una sensación de estar bien cuidado, con estilo, pero sin exagerar. Son perfectos para el día a día y para quienes quieren oler bien sin complicarse.
El perfume también es parte de tu marca personal: habla de ti sin que digas una palabra. Por eso es clave que te guste a ti antes que a nadie. No hay un aroma perfecto para todos, lo importante es encontrar uno con el que te sientas tú, que te represente y te haga sentir bien. Porque cuando tú te identificas con tu fragancia, esa autenticidad se nota y se recuerda.
Por supuesto. Aquí tienes una versión más fluida y cohesionada de la conclusión, cuidando el ritmo y conectando mejor las ideas.
El olfato como herramienta cotidiana… y estratégica en el odomarketing
Ahora ya sabes que el olfato no es un sentido cualquiera: es una vía directa al núcleo de nuestras emociones, recuerdos y estados de ánimo. Actúa sin pedir permiso, sin filtros, y precisamente por eso tiene tanto impacto. Un solo olor puede reconectarnos con momentos pasados, despertarnos sensaciones intensas o modificar nuestro estado mental antes incluso de que seamos conscientes.
Aunque a menudo lo asociamos al ámbito personal, el olfato también tiene un enorme potencial en el mundo de la comunicación. No es exclusivo del hogar, de los recuerdos o de las relaciones: también puede hablar por una marca, y ahí es donde entra en juego el odomarketing.
En Red Vinilo lo tenemos claro: una marca con latido no se construye solo con un logo bonito o un tono de voz bien definido. Una marca con latido es aquella que se siente viva, coherente y única.
Para lograrlo hay que construir una identidad sensorial completa, capaz de activar todos los sentidos. El olfato, aunque sutil, es uno de los más poderosos dentro del odomarketing.
Entonces, ¿cómo puede una marca aprovechar este sentido tan invisible como influyente a través del odomarketing?
De eso hablaremos en nuestro próximo artículo, donde pasaremos de la teoría a la práctica. Veremos cómo algunas marcas ya están utilizando el odomarketing para crear experiencias memorables, generar vínculos emocionales y construir una identidad única… también a través del olor.